Secretario Técnico del CACES y graduado de Derecho de la Universidad Hemisferios, Santiago Andrés León Dávalos, comparte su historia de esfuerzo, formación integral y crecimiento profesional desde una perspectiva profundamente humana y transformadora.
Santiago Andrés León Dávalos es hoy uno de los rostros visibles del sistema de aseguramiento de la calidad de la educación superior en el Ecuador. Como Secretario Técnico del CACES, lidera equipos y toma decisiones que impactan directamente en el futuro de miles de estudiantes. Pero su camino —como él mismo lo relata— ha estado marcado desde siempre por la responsabilidad, la ética y una convicción clara sobre el papel de la educación en la vida de las personas.
Graduado de la carrera de Derecho de la Universidad Hemisferios, Santiago recuerda cómo esta institución fue clave en uno de los momentos más exigentes de su vida: siendo padre a los 22 años y trabajando tiempo completo mientras estudiaba, encontró en la universidad un entorno humano, comprensivo y adaptable. “La Universidad Hemisferios entendió mi realidad. Me revalidaron materias sin costo, me dieron horarios flexibles, y me permitieron avanzar. Eso fue determinante”, relata.


Más allá de lo académico, Santiago destaca el profundo carácter práctico y humanista de su formación. “Lo que más me marcó fue aprender de profesores que eran profesionales en ejercicio. Compartían casos reales, no solo teoría. Eso nos preparó para enfrentar la vida profesional con los pies en la tierra”, comenta. Esta enseñanza desde la realidad —como él mismo la define— le permitió transitar con naturalidad del aula a reconocidas firmas de abogados, y luego, al servicio público.
Pero si hay algo que define con claridad su visión sobre la educación superior es su dimensión ética y formativa. “La universidad es donde eliges el camino. Ya no respondes a tus padres: eres libre, y esa libertad te permite decidir si vas a ser un hombre de bien o no. Por eso es tan importante que esa etapa esté rodeada de valores”, señala con convicción.
Y ese fue precisamente uno de los sellos que más valora de su paso por la UHE: la formación en valores y la formación del carácter. “Nunca nos enseñaron a buscar atajos o a aprovechar los vacíos legales. Todo lo contrario. Nos formaron como profesionales íntegros, con límites claros y con responsabilidad en las decisiones”, afirma. En una carrera como el Derecho, donde muchas veces se enfrenta la delgada línea entre lo legal y lo ético, haber tenido docentes con vocación, integridad y principios claros, fue —en sus palabras— una brújula que marcó su camino.


Desde su actual rol en el CACES, reconoce con orgullo la institución que lo vio crecer. “La Universidad Hemisferios ha ganado su lugar por mérito. No ha masificado la educación, y eso se nota en la calidad de profesionales que forma. Su modelo personalizado, ético y de excelencia, marca una gran diferencia”, añade.
Finalmente, al reflexionar sobre el impacto que tuvo su formación, Santiago concluye:
“La universidad fue un pilar clave. Me dio herramientas jurídicas, capacidad de análisis, pero sobre todo, me enseñó a ser un buen ser humano. Y cuando uno refleja eso en la vida, se abren puertas infinitas”.